
Fallece el mítico actor Eusebio Poncela, conocido por 'La ley del deseo'
Eusebio Poncela formó parte este mismo año de la serie 'Matices' tras 'Merlí: Sapere Aude'.
El actor Eusebio Poncela, uno de los grandes nombres de la interpretación española, ha fallecido en Madrid a los 80 años. Con él desaparece una figura que supo transitar con la misma fuerza los escenarios teatrales, el cine de autor y la televisión, dejando huella en la cultura de nuestro país.
Nacido en 1945, Eusebio Poncela inició su andadura en el teatro a finales de los años sesenta. Pronto fue reconocido como un intérprete de carácter, dueño de una voz poderosa y de una presencia escénica que lo distinguió desde sus primeros trabajos. Formó parte de montajes esenciales de la escena española, como Mariana Pineda, Romeo y Julieta o Marat-Sade. Se forjó como un actor versátil, capaz de saltar del clasicismo a la experimentación con naturalidad.
El cine lo reclamó pronto y lo situó en papeles que marcaron época. Eusebio Poncela debutó en "La semana del asesino" (1972), de Eloy de la Iglesia, y pocos años después alcanzó el éxito con "Arrebato" (1979), la obra maldita de Iván Zulueta que con el tiempo se convirtió en película de culto. Sin embargo, su nombre quedaría grabado para siempre gracias a su colaboración con Pedro Almodóvar con "Matador" y, sobre todo, en "La ley del deseo" (1987).

Pero si el teatro y el cine le dieron prestigio, la televisión le otorgó una dimensión popular y lo acercó al gran público. Fue protagonista de 'Los gozos y las sombras' en los años ochenta, una de las series más emblemáticas de TVE. Décadas después, su versatilidad lo llevó a incorporarse a ficciones históricas y contemporáneas: dio vida al cardenal Cisneros en 'Isabel', participó en 'Águila Roja' y más recientemente en 'Merlí: Sapere Aude'. En 2025 estrenó 'Matices', una producción de SkyShowtime en la que interpretaba al psiquiatra Tomás Marlow.
Eusebio Poncela nunca se acomodó en papeles fáciles ni buscó refugio en la corrección. Quiso explorar siempre territorios incómodos, personajes contradictorios, emociones extremas. Esa inquietud lo convirtió en un referente cultural que trascendió la interpretación para convertirse en símbolo de una España en transformación.
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